Talleres y Clases Particulares

sábado, 11 de mayo de 2013

Nuestro cuerpo es nosotros mismos. Él es nuestra única realidad aprehensible. No se opone a la inteligencia, a los sentimientos, al alma. Los incluye y los alberga.
Por ello, tomar conciencia del propio cuerpo significa abrirse el acceso a la totalidad del ser...

porque cuerpo y espíritu, lo psíquico y lo físico, incluso la fuerza y la debilidad, representan no la dualidad del ser, sino su unidad.


Si nuestro repertorio de gestos y de movimientos no incluye más que una fracción de las posibilidades del ser humano, si hasta ahora nos hemos servido de nuestro cuerpo nada más que para reducir, traicionar o negar nuestras sensaciones, la expresión corporal no podrá ser otra cosa que imitación, compensación, adiestramiento.
Para ejercitarse en una expresión corporal que valga para algo, hay que tomar conciencia primero de las propias represiones corporales.
Una vez despierto el cuerpo toma iniciativas, ya no se contenta con recibir, con padecer, con encajar.
Al tomar conciencia de nuestro cuerpo, le concedemos una influencia sobre la vida.

                                                        T Bertherat

miércoles, 8 de mayo de 2013

Sobre la intención


- Comprendo muy bien - dije- que la mano no debe abrirse de golpe para no malograr el disparo, pero haga lo que haga siempre me sale mal. Si cierro mi mano con tosas mis fuerzas el sacudón al abrirla es inevitable.

-Tiene que mantener la cuerda estirada -respondió el maestro- como un niño pequeño toma el dedo que uno le ofrece. Lo toma con tanta firmeza que uno no puede menos que admirarse de la fuerza concentrada en el minúsculo puño, y cuando suelta el dedo lo hace sin la menor sacudida. ¿Sabe usted por qué? Porque el niño no piensa: "ahora suelto el dedo para agarrar aquella otra cosa." Sin reflexión ni intención alguna se vuelve de un objeto al otro y se diría que juega con ellos, si no fuera igualmente cierto que los objetos juegan con el niño.

-Tal vez comprendo lo que usted quiere insinuar con esa comparación, contesté.  Pero ¿me encuentro yo en una situación muy distinta? Cuando tengo el arco estirado, llega un momento en el que siento que si el disparo no se produce inmediatamente no resistiré más la tensión. ¿Y que sucede entonces? Me quedo sin aliento. Y soy yo quien debe disparar a toda costa porque no puedo esperar más.

- Usted acaba de describir perfectamente bien - respondió el maestro- cuál es su dificultad. ¿Sabe por qué no puede aguardar que se produzca el disparo y se queda sin aliento? El tiro justo en el momento justo no sucede porque usted no sabe desprenderse de si mismo. Usted no se pone alerta a la espera de la consumación, sino que esta a la expectativa de su fracaso. Mientras esto siga así  no le queda más remedio que producir usted mismo, un acontecer  que debería producirse de forma independiente , y mientras lo cause usted, la mano no se le abrirá de la manera adecuada, como la del niño.(...) Cuanto más obstinadamente se empeñe usted en aprender a disparar la flecha para acertar en el blanco, tanto menos conseguirá lo primero y tanto más se alejará de lo segundo. Lo que le obstruye el camino es su voluntad demasiado activa. Usted cree que lo que usted no haga, no se hará.

- Entonces, ¿qué debo hacer?- pregunté pensativo.

-Tiene que aprender a esperar como es debido.

-¿Y cómo se aprende eso?

- Desprendiéndose de sí mismo, dejándose atrás tan decididamente a sí mismo y a todo lo suyo, que de usted no quede otra cosa que el estado de atención, sin intención alguna.




                                               ZEN EN EL ARTE DEL TIRO CON ARCO, Eugen Herringel

sábado, 4 de mayo de 2013

Sobre el Yoga


Las tensiones neuromusculares rara vez se deben a enfermedades de los nervios o los músculos; son reacciones del cuerpo a las impresiones de la mente. Se originan en pensamientos conscientes e inconscientes dictados, en su mayor parte, por el miedo. Los agentes a los que estamos sometidos en una sociedad estresante provocan una tensión mental que es el resultado de estados puramente físicos, mientras que la tensión corporal es consecuencia de las preocupaciones emocionales.

Un círculo vicioso que resulta difícil de quebrantar. El Yoga propone la búsqueda de una solución en el propio individuo.

Uno de los pilares de esta filosofía es el presente eterno. El futuro se transforma en presente a cada momento y, justo en ese instante, se convierte en pasado.

Para alcanzar felicidad hay que vivir el presente, no añorar el pasado ni desear cosas que están por llegar. Estar presente en cada momento que la vida nos brinda.

Matají

viernes, 3 de mayo de 2013

Talleres y Clases Particulares

 
Se trata de un espacio dirigido a personas que sienten la necesidad de habitar un cuerpo disponible, distendido y relajado.
Buscaremos una relajación activa, trabajando sobre dos pilares fundamentales: el entrenamiento físico y el desarrollo de la conciencia y auto registro sobre el propio cuerpo.
La falta de conciencia corporal, el estrés, y otros estados emocionales con los que se suele vivir hoy en día, generan zonas de tensión en el cuerpo, haciendo que éste se repliegue sobre sí mismo y se endurezca, reduciendo su capacidad de adaptación, su rango de movimiento.
La persona que vive tensa no tiene una conciencia real sobre su cuerpo. Por lo general está siempre atrapada entre sus emociones y pensamientos. Buscaremos interrumpir ese circuito haciendo contacto con el cuerpo.
Investigando las propias posibilidades y  latencias a traves de los distintos ejercicios.

Habitar el cuerpo es entonces el objetivo principal de este taller de estiramiento y relajación. No se trata de  gimnasia. Incorporarnos* será la manera de trabajar.


*La palabra Incorporar viene del latín y se compone del prefijo in – hacia el interior- y la raíz corpus, corporis. Es por eso que significa meter cualquier cosa dentro de un cuerpo, conjunto o estructura y hacer que forme cuerpo con él.